El año 1968 el Quilapayún entra a grabar este tremendo disco.
Primero que nada, este es un disco telúrico de principio a fin, con un sonido totalmente ensamblado del Quilapayún, y con un discurso revolucionario no conocido hasta esa época en Chile. Si bien Violeta Parra había dado los primeros registros de música social en Chile, y otros exponentes de la naciente Nueva Canción Chilena habían dado algunos pasos en ese sentido , por aquella época nada se parecía a lo que incluía este LP: No se economizaba en el discurso, ni en palabras certeras para llamar al pan pan y a las injusticias injusticias. Y al pasar el tiempo este disco mantiene su fuerza y su fiereza.
En relación a este disco, Eduardo Carrasco, fundador del conjunto Quilapayún en su libro " La revolución y las Estrellas" dice lo sgte:
"...grabamos el disco "Por Vietnam" en dos sesiones de grabación, el 22 y el 23 de mayo de 1968. Esto lo sabemos, no porque seamos coleccionistas de fechas, sino porque el 23 es el cumpleaños del papá de Willy, quien después de cantar el "Canto a la Pampa", se fue a la fiesta de celebración. Como Víctor había partido a Inglaterra con una beca para estudiar teatro, nosotros nos quedamos sin director, y para hacer el disco, tuvimos que arreglárnoslas solos. No tuvimos problemas para montar la mayor parte de las canciones, pero como había una que nos creaba problemas de armonización, le pedimos a Sergio Ortega que nos ayudara. Al final, el disco fue un gran éxito en Chile, la primera edición se agotó de inmediato, y hubo que hacer varias ediciones sucesivas, para responder a la demanda. La iniciativa había hecho sus pruebas, y la dirección de las Juventudes Comunistas acordó formar un pequeño sello de discos para continuar difundiendo la música con contenido revolucionario."
"El disco "Por Vietnam" fue una experiencia interesante, si se considera que no tuvo ningún apoyo en los medios de difusión de masas: las radios lo ignoraron completamente, y hasta mucho tiempo después, ninguna de las canciones fue difundida por los medios normales. Como nosotros no cobramos ningún derecho, parte de los fondos que se juntaron pudieron servir para grabar otros discos: así comenzaron a editarse otros artistas, con los cuales se fue formando uno de los catálogos más interesantes de la historia de la canción chilena. El sello pasó a llamarse Dicap, y fue recibido por todos los cantautores del movimiento, como una iniciativa que había que defender y proteger, y en la cual, cual más, cual menos, contribuyó a su crecimiento. En Dicap, muchos artistas que hasta entonces habían sido silenciados, pudieron comenzar a expresarse públicamente, alcanzando una distribución muy amplia en todo el país. Los discos comenzaron a venderse en todos lados, y a fuerza de múltiples sacrificios de los militantes, y de las organizaciones de masa implicadas en el proyecto, se logró por fin instalar el movimiento de la canción chilena en la vida cultural del país; desde entonces nadie ha podido desconocer este tipo de música. Los mejores artistas, los más creativos, se acercaron al sello, el éxito de éste llegó hasta el punto de competir lealmente con las grandes casas de discos comerciales, pertenecientes a los grandes consorcios internacionales. Aunque los criterios economicistas no fueron abandonados en ningún instante, Dicap se ganó un prestigio entre los artistas chilenos, y muchos de ellos, que nada tenían que ver con el movimiento político, comenzaron a grabar allí sus discos."
"Dicap podría haber alcanzado la fuerza de una verdadera institución, si se hubiera pensado como instrumento de la nueva cultura. La edición de discos sin censuras ideológicas era un acontecimiento de envergadura, que anunciaba los tiempos que se avecinaban. Cuando salió el disco, "Por Vietnam", estuvimos algunos días temiendo que fuera prohibido. Felizmente esto no ocurrió, y la prueba más palpable de que las cosas estaban cambiando, la tuvimos cuando algunos empleados de la Presidencia de la República llegaron hasta las oficinas de Dicap a comprarlo. El propio presidente Frei quería escucharlo."
"El éxito de este disco trajo también las envidias y maledicencias, tan comunes en nuestro medio provinciano. Algunos nos atacaron, diciendo que nuestra música no era auténticamente folklórica, y los más malintencionados nos acusaron de estar "traficando con la sangre de los vietnamitas". Nosotros, que no teníamos ninguna experiencia en este tipo de situaciones, vivíamos estas críticas bastante malhumorados. Tardamos mucho tiempo en darnos cuenta que estas cosas formaban parte de nuestro éxito, y que había que poner el cuero duro y acostumbrarse a ellas. Sólo más adelante llegamos a comprender que sin enemigos no se llega a ninguna parte: el que no molesta a nadie, es simplemente porque no juega ningún rol en la vida de la gente, el mundo es demasiado plural como para lograr acuerdos unánimes. A algunos artistas se los acepta sin cuestionamiento, como si fueran parte natural del paisaje, otros, en cambio, andan siempre despertando contradicciones. Los primeros, no hacen otra cosa que seguir dócilmente la corriente, sin arriesgar gran cosa, los segundos, van experimentando y estableciendo constantes revisiones del pasado, estirando los márgenes de lo posible, tratando de luchar contra lo ya asentado, para abrirle las puertas a lo nuevo. Nosotros siempre hemos querido ser de estos últimos, por eso, hasta nos sentiríamos desilusionados si no creáramos disidencias. El día en que todos hablen bien de nosotros, querrá decir que estamos fritos: o estériles o bajo tierra. Lo cual no quiere decir que les tengamos simpatía a todos nuestros enemigos: algunos son muy buenos enemigos, y nos atacan con tan buenas armas, que nos obligan a revisar nuestro camino, otros, en cambio, preferiríamos esconderlos, porque sólo han sido capaces de odiosidades sin grandeza. Nosotros también hemos tenido nuestros Waldos los Palotes, que se han quedado sin poder digerir nuestros éxitos. Los grandes enemigos no obran por pequeñas envidias o resentimientos, sino por ideales opuestos."
En otra parte del libro, en el cual hace referencia a Víctor Jara, dice lo sgte: " (Víctor Jara) era un hombre extremadamente puntilloso en su conducta moral, tanto, que la pureza era una verdadera obsesión para él. Siempre se andaba cuestionando acerca de los más mínimos detalles de su accionar: esto llegó a veces a tales exageraciones, que nos causó problemas. Recuerdo, por ejemplo, lo enojado que se puso cuando incluimos su nombre en el disco "Por Vietnam". Se le había olvidado que él, antes de partir a Inglaterra, había participado en algunos arreglos, y pensaba que de no haber trabajado en el disco, era completamente inaceptable ser nominado en él. Esto, que para nosotros era un pelo de la cola, aparecía para él como un torturante conflicto. En todas estas cosas era muy sensible, y en realidad, de nada en el mundo hubiera podido decirse que le importaba un bledo"
Anteriormente hemos revisado distintas ediciones de este disco, en esta oportunidad los dejamos con la primera edición, prensada por ASFONA, y que lleva el número de serie AP-04, no el JJL-01 con el cual sería conocido posteriormente.
La formación de Quilapayún en este disco es:
Eduardo Carrasco
Julio Carrasco
Patricio Castillo
Carlos Quezada
Willy Oddó
Lado A:
1.Por Vietnam (Jaime Gómez Rogers)
2.Que la tortilla se vuelva (De la Revolución española)
3.Canción fúnebre para el Che Guevara (Juan Capra)
4.Mamma mia dame cento lire (del folklore italiano)
5.La zamba del riego (T. Gómez)
6.Cueca de Joaquín Murieta (Pablo Neruda - Sergio Ortega)
Lado B:
1.Himno de las juventudes mundiales (Anónimo)
2.El tururururú (Popular española)
3.Qué dirá el Santo Padre (Violeta Parra)
4.Canto a la pampa (Fernando Pezoa)
5.La bola
6.Los pueblos americanos (Violeta Parra)
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