Es difícil hablar a estas alturas de Tito Fernández, recientemente fallecido.
Cada uno tendrá su opinión y sus razones para escucharlo o no.
Acá lo hemos escuchamos desde siempre. Toda vida tiene sus claroscuros, sus grises. Nada es blanco o negro. Como alguna vez leí en un diario y copio textual: “Esta división entre buenos y malos, entre ángeles y demonios, es una visión maniquea, muy accesible para cualquier clase de inteligencia, especialmente cuando hay poca. Los claroscuros exigen pensar mucho. En cambio, si separas entre blanco y negro, entre buenos y malos, es más simple y fácil, eliminas la complejidad de la historia humana. Transformas todo en una especie de cuento, a lo Blancanieves con su madrastra. El simplismo para analizar la historia es aterrador, pero de una eficacia enorme”.
Y acá personalmente, de una evaluación que hecho por años de los claroscuros de Tito Fernández es que siempre he publicado discos de él. Por su obra, por su creación. Y por ese mismo motivo lo recuerdo en su partida con este cassette publicado a inicios de la década de 1990 por el sello Alerce y que incluye por el lado A poemas de Fernando Alegría y en el lado B textos propios de gran calidad y profundidad, todo esto acompañado por la guitarra de Roberto Parra León.
Este cassette actualmente se encuentra descatalogado y no sé si alguna vez se publicó en CD .
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