Este disco ya lo había compartido en otras ocasiones. Sin embargo, nunca lo había publicado en su formato original de cassette ni lo había abordado desde una perspectiva estética. Hoy lo observo, casi cuarenta años después, como el disco conceptual de Los Prisioneros.
La vida da vueltas. Ahora que me acerco a los cincuenta decidí cursar un diplomado en la Escuela de Estética de una Universidad capitalina. Las lecturas de este año me han permitido mirar este disco desde otro ángulo.
Entre las corrientes de expresiones culturales que aparecieron en el siglo XX está la “Trash Culture” o "cultura basura". El término es poliédrico: incluye arte elaborado con desechos, obras que incorporan el error como parte del resultado y manifestaciones populares —libros, películas, programas de televisión, música— tachadas de “bajo perfil cultural” por su sensacionalismo o afán comercial. Lo kitsch, lo sobrecargado, también cabe allí. En esencia, se define de forma despectiva, en contraposición con la llamada “alta cultura”.
Pero este concepto se puede observar bajo otro prisma. "En la actualidad existe un modo de alienación de los trabajadores que ya no se centra en la explotación durante el tiempo de trabajo (tiempo que tiende a disminuir) sino que coloniza el ocio aparentemente liberado con una gran industria de la entretención, la llamada "pseudocultura" o "Cultura-basura"; según indica José Luis Pardo en una introducción al libro "La Sociedad del espectáculo" de Guy Debord.
Los catorce temas de este cassette rebosan referencias a esa cultura basura:
-el amor cotidiano («Cuando te vayas»),
-lo kitsch omnipresente en la producción sonora,
-la ambición por el dinero («Usted y su ambición»),
-la guerra («Jugar a la guerra»),
- la familia y la amistad («Que no destrocen tu vida», «Algo tan moderno», «El vals»),
- la vida aspiracional de los barrios acomodados en plena dictadura («Lo estamos pasando muy bien»). Sobre este tema podremos citar a Humberto Eco "A poco que reflexionemos, deberá parecernos monstruosa la situación de una sociedad cuyas clases populares obtienen sus oportunidades de evasión, de identificación y de proyecciones, a partir de la transmisión televisada (...) en la que se representan costumbres de la alta burguesía..."
- el orgullo —y a la vez desprecio— hacia nuestra identidad continental («Maldito sudaca»), con leves referencias al final con el tema "si vas para Chile" en los teclados.
- la adoración del cantante convertido en ídolo («Pa pa pa», «Mi ídolo»),
- la alienación laboral y el despertar final como un "Zaratustra" de la década de los 80's(«Otro Día», «Poder elegir»).
Bajo ese mismo espíritu, el disco incorpora fragmentos ajenos —Louis Armstrong, The Beatles, Los Picapiedras— como si fueran retazos de un collage sonoro.
Paradójicamente, la propia obra ha sido víctima de la lógica “basura”: recortada, remezclada y lanzada en múltiples ediciones hasta resultar casi irreconocible respecto de su concepción original de 1987. Hubo una edición en vinilo editada en Chile en la época que omitía varios temas del disco; existe la versión latinoamericana que apareció un par de años después; en los noventa se reconstruyó para CD —la que domina las plataformas de streaming—; Estados Unidos publicó otra con mejor sonido; en 2011 llegó un vinilo con repertorio completo y algunas de sus canciones en tomas alternativas; hace poco salió un doble LP… la lista crece.
Este trabajo además representa por un lado un mundo que vive los últimos años de la Guerra fría (ahí se encuentra la cita a la bomba atómica en "Pa pa pa"), y como en nuestra sociedad se empieza a encarnar el Postmodernismo, en donde "ya no hay narrativa dominante sobre la identidad, la tradición o la cultura".
Por eso regreso al cassette de 1987, el que comparto hoy. Después de años oyendo la reedición de 1995, redescubrir la cinta me devuelve al momento exacto en que escuché por primera vez «Que no destrocen tu vida» en la radio. No hubo anuncio: reconocí la voz de Los Prisioneros, pero el concepto chocaba con lo que asociábamos a la banda tras sus dos primeros álbumes. Luego al tiempo sonó en las radios «Maldito sudaca», que también en su video promocional se convirtió en una bofetada visual y sonora a la cultura basura, y posteriormente «Lo estamos pasando muy bien», habitual en Radio Umbral con aquel fade‑out y fade‑in que en 1995 quedaron reducidos a un corte brusco. En la cinta, en cambio, alcanzaban a oírse varios segundos de Claudio Narea parafraseando «La cultura de la basura» antes del caos final y el grito de Jorge González.
Creo que este es el primer —y quizá único— disco conceptual del rock‑pop chileno de los ochenta creado por músicos de origen popular que, como González en la Universidad de Chile, rozaron la academia y se vincularon con círculos artísticos contraculturales al final de la dictadura.
Hoy lo escucho con nuevos oídos y confirmo que, aunque los formatos cambien y se multipliquen, la voz crítica de estos catorce temas sigue intacta: valorar el diario vivir, las expresiones culturales propias del pueblo y la masividad, con un llamado a despertar de la alienación en la vida cotidiana y a reconocer que solo hay una vida, una única oportunidad.
Nuevos ojos para los sonidos de siempre.
Lado A:
1. Somos solo ruido (Claudio Narea- Miguel Tapia)
2. De la cultura de la basura
3. Que no destrocen tu vida
4. Usted y su ambición
5. Cuando te vayas
6. Jugar a la guerra
7. Algo tan moderno (Claudio Narea- Miguel Tapia)
Lado B:
1. Maldito sudaca
2. Lo estamos pasando muy bien (Claudio Narea- Miguel Tapia)
3. Él es mi ídolo
4. El vals (Claudio Narea- Miguel Tapia)
5. Otro día
6. Papapa
7. Poder elegir
Autor de todos los temas: Jorge González, excepto donde se indica
No hay comentarios:
Publicar un comentario